jueves, 1 de octubre de 2009

¿Conversación o diálogo político? ¿Consensuar ideas o negociar espacios?

Por Mariano Damián Raineri
El diálogo es una acción de características determinadas y los deseos de Poder lo hacen imposible. Los llamados no espontáneos al diálogo resultan ser negociaciones de espacios más que una búsqueda de soluciones o postulaciones para la sociedad.
Meses atrás, la esperanza de lograr llamados al diálogo era solo ilusión. Los dueños de turno del poder hacían gala de un poder mayoritario, y muy distante de llamar al diálogo, soberbiamente abusaban de esas mayorías.
Repentinamente algo cambio, y no fue la utilización de diálogos o conversaciones espontáneas. El cambio se genero a partir de la perdida de poder que generara no poseer las mayorías en las cámaras legislativas o en los concejos municipales que llevaron al gobierno de turno y a la oposición a sentarse a entablar diálogos o conversaciones.
Creo interesante exponer una pequeña diferencia entre los conceptos de conversación y diálogo, dado que al entender de este autor, los llamados no son al dialogo sino a una simple conversación.
Cuando me refiero a la conversación apunto a un intercambio simple de palabras entre dos o más personas. Una acción donde se establece una comunicación a través del lenguaje que resulta ser un intercambio mas familiar o afectivo donde no se intenta generar profundas reflexiones y donde generalmente no se encuentra el carácter dialogal que es los tiempos y pausas de escucha y cierre del tema del otro.
En cambio, al referirme al diálogo(a través de la palabra), apunto a una forma elaborada de conversación, que siempre conlleva el descubrimiento o la relevación de verdades o postulaciones importantes basadas en las ideas de los participantes. Esta premisa se basa en que generalmente los interlocutores con sus intervenciones preparan el campo para que la sabiduría se presente de alguna manera.
Para lograr un diálogo se requieren determinados requisitos como es: saber lo que se quiere decir; no entablar el dialogo presuponiendo que tenemos la verdad única y absoluta; tener en cuenta el respeto por la palabra del otro; saber escuchar y comprender a todos los interlocutores aun cuando sean opositores; estar dispuesto a ceder ante posturas fundadas; y compartir los resultados como una obtención grupal.
Luego de estas consideraciones, reafirmo que no estamos ante llamados de dialogo sino simplemente de conversación que quizás pueda degenerarse en discusión pero nunca será dialogo. Y el porque de mi afirmación se da en base a que todos estos llamados tienen como integrante al enemigo del diálogo que es "las ansias de poder" o "la voluntad de poder".
Cuando hablo de ansias de poder, me estoy refiriendo directamente a la intención del interlocutor de perpetuar su poder o de lograrlo, y entiendo que estos extremos y el diálogo se excluyen confluyendo en un resultado que no es el buscado por el diálogo, ósea que estando presentes las ansias de poder no se logrará obtener una verdad o una postulación importante, y esto sucederá básicamente porque no se tendrá respeto por la palabra del otro.
Así, cada reunión o supuesta mesa de diálogo entre oficialismo y oposición, se acerca más a negociaciones de espacios o demostración de fuerzas que a un dialogo real y sincero. Así el intercambio de intenciones generado por un interlocutor que se siente debilitado y que solo busca demostrar su vigencia o negociar espacios para no perder poder no se acerca al diálogo necesario para encontrar soluciones.
Igualmente, celebro esta aparición mágica de un interés dialogal por parte de todas las fuerzas políticas y espero que estas mesas terminen siendo de dialogo efectivo, brindando lo que espera y necesita la sociedad, soluciones.
Mariano.raineri@gmail.com